12 de abril de 2010

Cultura del siglo XIX

"Periódicos y folletos para hacer política"
Entre los periodicos notables de los primeros tiempos están En Águlia Mexicana y El Sol en los que participaron individuos como Lorenzo de Zavala y Lucas Aláman con el ánimo de convencer a los lectores de sus argumentos en defensa del federalismo o del centralismo de la república, o de las bondades de la monarquía. Fueron fundamentales El Siglo XIX y El Monitor Republicano. Ambos se publicaron por varias décadas a partir de 1841 y 1844, y mostraron inclinación por el liberalismo.

"Asociaciones e instituciones políticas para orientar la cultura" 

Se la ha llamado prensa doctrinaria por que los debates que se daban en ella era sobre todo de ideas; no se trataba de una prensa de noticias como la de finales del siglo, representada por el periódico mederno El Imparcial fundado por Rafael Reyes Spíndola, en 1896.

Además de aparecer en los periódicos, lo hicieron en la folletería. Hojas volantes y publicaciones ocasionales de pocas páginas servían para dirigir la opinión de unos lectores que pasaban de mano en mano los impresos o los leían en voz alta a otros oyentes, consiguiendo interesarlos en sus temas por el ingenio de sus títulos y de su lenguaje.
Las asociaciones culturales mexicanas del siglo XIX fueron herederas de las que se habían formado desde el siglo XVIII en el mundo occidental, siguiendo las pautas de la Ilustración. En el México nacional, algunos grupos de hombres educados tambien se dieron a la tarea de abrir nuevos espacios para fomentar y difundir las ciencias y las artes.

Ese tipo de asociaciones tuvo su apogeo en las décadas de 1830 y 1840, aunque fueron más existosas, por haber durado más, las que se crearon en la sefunda mitad del siglo XIX. En 1841, el Ateneo mexicano congregó a personajes de las diferentes ciencias dispuestos a organizar cátedras de temas como geografía, industria y botánica, y a establecer una biblioteca y una hemeroteca. En los años del triunfo republicano, de 1867 en adelante, fueron innumerables las asociaciones e instituciones que tomaron la decisión de extender la cultura en la capital y en distintos lugares de la República. Entre las más notorias se cuentan la Academia Nacional de Ciencias y Literatura, fundada en 1870, la Sociedad Cátolica y el Liceo Mexicano. 

"Con la literatura, la historia y el arte también se formó la nación"

La Historia que se escribe en todo el siglo XIX tiene una condición semejante. Las preocupaciones políticas marcan la historia producida en la primera mitad, en la que los historiadores más célebres fueron participantes, directos o testigos, de la Guerra de la Independencia. Servando Teresa de Mier, Carlos María de Bustamante, Lorenzo de Zavala y Lucas de Aláman, en sus obras memorables dan cuenta de lo sucedido porque están seguros de que los acontecimientos son dignos de conocerse y recordarse para el mejor desenvolvimiento de la vida nacional.

Y en la última etapa del siglo, como un resultado de estos distintos esfuerzos por colocar a México en el centro de sus averiguaciones, varios autores dirigidos por Vicente Riva Palacio dan forma a México a través de los siglos, una obra será publicada muchas veces más a partir de 1884, cuando aparece el primer tomo.

"Clásicos, románticos y modernos"

Tres estilos de expresión artística igualmente ricos estuvieron presentes en el siglo XIX y en algunos momentos coexistieron. El primero de ellos se le conoce como neoclásico pues recuperaba los modelos clásicos. Este estilo inspiró a los hombres del siglo XVIII entusiasmados con el recionalismo y llegó a imperar cuando las academias de arte enseñaron los secretos del equilibrio de las formas y de la sobriedad de las líneas como un recurso para mostrar el orden de la naturaleza.

El romanticismo, externaba la afición por el color local y la expresión de los sentimientos. Se trata de un movimiento presente en Europa desde principios del siglo XIX que encontró, en las condiciones de vida de los países hispanoamericanos recién independizados, un terreno fértil para florecer.

El modernismo, se caracterizó por una idea de apertura y libertad muy distinta de la del frío neoclasicismo y del arrebatado romanticismo. Se acogían distintas novedades para ser expresadas en la literatura y el arte; fue un movimiento que apostaba al cambio estético y que, como todo lo moderno, se oponía a la tradición. La figura impulsora de esta literatura fue Manuel Gutiérrez Nájera. La Revista Moderna, fundada por Amado Nervo y Jesús Urueta, es una clara manifestación del modernismo. 
"En la pintura, extranjeros y mexicanos dejaron huella"
En el campo de la pintura, el siglo XIX tuvo un claro tinte romántico expresado de distintas maneras.
En México, las condiciones del país durante la primera mitad del siglo no permitieron que la Academia de San Carlos, fundada en el siglo XVIII bajo la influencia dominante del arte neoclásico cumpliera su función. En cambio, sí hubo manifestaciones artísticas valiosas fuera de ella, como la pintura de José Francisco Rodríguez, quien realizó retratos naturalistas de personajes de la historia y pintó escenas de acontecimientos importantes.
La litografía, traída a México por Claudio Linati y con la cual pudo dar a conocer las observaciones hechas durante sus viajes a lo largo del país. La litografía se convirtió pronto en un medio para que los tipos y las costumbres mexicanos dieran la vuelta al mundo en los libros de viajeros. Daniel Thomas Egerton, después de su visita, publicó una carpeta de Vistas de México por Egerton (1840).
Juan Cordero, de origen mexicano, fue quien realizó algunas pinturas murales en iglesias y en instituciones como la Escuela Nacional Preparatoria. El arribo a México del maestro italiano Eugenio Landesio vino a dar fuerza a una nueva escuela de pintura, la del paisaje.
"Costumbrismo y paisajismo se impusieron"
El espíritu romántico le da mayor intensidad al propósito que anima al costumbrismo, de acercar a los espectadores o lectores a lo más concreto y específico de un tiempo y un lugar.


Las enseñanzas de Eugenio Landesio fructificaron en alumnos como Luis Coto, Salvador Murillo y en José María Velasco, en cuyas obras abundan los paisajes desde distintas perspectivas, pues de igual manera que mostró
horizontes amplios del valle de México, también analizó fragmentos del paisaje con la mirada científica propia de su tiempo.


Al finalizar ese siglo y comenzar el nuevo, las figuras más notables dentro de la pintura serían Julio Ruelas, Saturnio Herrán, Joaquín clasusell y Gerardo Murillo, mejor conocido como el Doctor Atl. En su obra se nota la presencia de otros temas y de otras técnicas, a veces vinculadas con el modernismo.

"Arquitectura, música, teatro y cine" 

En la arquitectura, el siglo XIX fue testigo de cambiodel estilo barroco al neoclásico. El Palacio de Minería, construido por Manuel Tolsá, es uno de los más notables ejemplos del estilo neoclásico que predominaba ya en los últimos tiempos de la Colonia.

El único arquitecto destacado durante el periodo que abarca de Santa Anna a Maximiliano es Lorenzo de la Hidalga, de origen español pero radicado en México, y que entre otras obras públicas y privadas construyó el Teatro Nacional. Las enseñanzas del italiano Javier Cavallari, quién lllegó a México a mediados de siglo, fueron bien aprovechadas por De la Hidalga y por otros arquitectos que recibieron de él la influencia romántica de la Escuela de Bellas Artes en París, pero fue al final de esta centuria, en tiempos de Porfiriato, cuando se desarrollaronobras arquitectónicas de mayor impostancia.
El Palacio de Bellas Artes (1904) es una muestra de arquitectura decimonómica, como lo son también el Edificio de Correos, el Palacio de Comunicaciones - hoy Museo Nacional de Arte -, el Casino Español, el Teatro Degollado en Guadalajara, el Mercado de San Francisco en Morelia, y el Hospital de Maternidad en Puebla.

La música tuvo oportunidad de desarrollarse en México por motivos distintos. Por una parte, seguía siendo importante para las familias acomodadas dar una educación que la incluyera, sobre todo para las jóvenes. Había verdaderos aficionados a los conciertos y pocos años después de la consumación de la Independencia, en 1825, se fundó una sociedad filarmónica en México.
En el Coliseo Nuevo, primero, y más tarde en el Gran Teatro Nacional, también denominado Teatro de Santa Anna, se llevaban a cabo funciones de ballet, ópera y, años después, de zarzuela. El éxito de las obras de dramaturgos mexicanos como Fernando Calderón y Manuel Eduardo Gorostiza, de las extranjeras ya clásicas de Shakespeare y Moliére, provocaba rivalidades entre las compañias del teatro.

En 1853 se fundó el primer Conservatorio Dramático de México, en el Teatro Principal, con el proósito de enseñar a los jóvenes el arte de la declamación.En general, el teatro gozó del intereés de distinto tipo de público a lo largo de todo el siglo, aunque, a finales de éste, apareció un nuevo motivo de atracción: el cine.

Los aparatos que inventaron Edison y Lumiére popularizaron el nuevo espectáculo que pronto pudo apreciarse en muchos lugares y aun en distintas partes de la República, hasta donde lo llevan los ambulantes.


En 1895, los hermanos Lumiére inventaron el proyecto de cine que daría la vuelta al mundo. El tamaño natural de la imágenes impresionó al público , que veía con asombro cómo se lograba "fijar" el movimiento de la imagen. De 1896 a 1915, las tomas privilegiadas eran observaciones de la realidad en la que aparecía la gente; y durante los primeros seis años del siglo XX apareció un cine documental.

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